España, país a falta de diálogo.

Cuando se construyeron las primeras rotondas, Pau Burguera, mi amigo de Colónia de Sant Jordi, me comentaba: “Esto es en contra del caracter nacional. Si hay un accidente de tráfico , que sea frontal, ya veremos quien ganará.”

Tenia toda la razón. España es un país de confrontación. Solo aquí, la lidia del toro bravo no tiene perdón: o muere el animal o muere el hombre. En Portugal, en Francia y en el cono sur, lo ven de otra manera.

Por ello no hay que extrañarse al observar que en España escasean los acuerdos políticos. Salvo error mío, los únicos de importancia fueron en el año 1977 los acuerdos de la Moncloa, cuando partidos, la patronal y sindicatos pactaron la reforma industrial del país.

Ni una sola vez hubo una coalición gubernamental el las Cortes. Claro, una coalición tiene como primera piedra un convenio entre partidos, un tira y aflojo y luego pasarán cuatro años de constantes acuerdos y de constante colaboración.

Como el político español se sabe conocedor de la verdad, la única verdad, la verdad suya, gobernar con “los otros” en una coalición, rozaría a a traición, alta traición.

Por ello estamos, donde estamos!

Ni a los separatistas catalanas, ni a gobiernos nacionales, ocurrió la idea de hablar con “los otros”.

En vez de hablar, los unos encienden contenedores de basura y los otros mandan la justicia a aplicar la Ley.

Ahora muchos culpan al Supremo por haber fallado con condenas demasiado duras. ¡Craso error! Si tu pones un caso en manos de los jueces,ellos no tienen una sola opción: aplicar la Ley. No pueden respetar consideraciones politicas y ablandar las condenas, porque sería politicamente oportuno. No, la Ley, es la Ley, y si en el juego político los mandatarios resultan incapaces para encontrar soluciones extrajudiciales, no hay que extrañarse, si el resultado fuera judicial y no político.

Ayer, día 18 de octubre de 2019, Pedro Sánchez, nuestro presidente de gobierno, no teniá nada mejor que decir, de que nadie piense que los actos violentos de Barcleona quedarían impunes. En un estado de derecho esto es obvio, no hace falta decirlo. Pero en una democracia lo que es menster, es hablar, lo que hace falta, es escuchar, lo que pide la inteligencia, es calmar a los ánimos.

Actualmente el lío es descomunal, la discordia y el odio mueven a la gente y nadie recuerda que los conflictos que se han resuelto con violencia y sin acuerdo, nunca han llevado a nada bueno.

Estoy pensando en que alguien tendría que bajar del cielo, para poner odern.Lo que pasa es, que en el cielo español escasean almas con vocación reconciliadora.

Me ocurre pensar en Carlos III. Era Duque de Parna, Rey de Nápoles y Sicilia, Rey de España y mejor alcalde de Madrid.

Supongo que tenía experiencia en lidiar lios.

 

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